Bernd y Hilla Becher
Bernd y Hilla Becher, el matrimonio de fotógrafos alemanes que han dejado un legado perdurable en el mundo de la fotografía gracias a su obra icónica de documentación de estructuras industriales
Bernhard Becher
Bernhard Becher nació en 1931 en Siegen, al oeste de Alemania. Ahí pasó la mayor parte de su juventud e infancia. El entorno de Bernd consistía en fábricas, altos hornos, molinos de piedra, caleras, gasómetros… Se trataba de un paraje industrial.
Sus padres trabajaban en la minería y la industria siderúrgica, así que para el joven Becher la industria era una parte fundamental de su propia vida.
El binomio minería-siderurgia hizo crisis cuando Alemania entró a la Comunidad Económica Europea.
“La demolición de las instalaciones relacionadas con esas industrias fue una consecuencia lógica de esa situación, lo que, por otra parte, motivó a Bernd Becher a documentar en imágenes lo que no se podía conservar en la realidad.”
Entre 1953 y 1957 Bernd Becher estudió pintura y litografía en la Academia Estatal de Bellas Artes de Stuttgart). Sus temas eran construcciones industriales como plantas de preparación de hierro o estaciones de ferrocarril. Por aquel entonces Bernd estaba influido por la obra de Giorgio de Chirico.
Becher comenzó haciendo fotografías con el propósito de contar con modelos industriales para sus pinturas. Poco a poco el nuevo medio cobró importancia en su trabajo al grado de abandonar completamente la pintura en 1957.
Bernhard conoció por aquel entonces a una joven fotógrafa enamorada, como él, de las estructuras industriales: Hilla Wobeser.
Hilla Wobeser
Hilla Wobeser nació cerca de Berlín, en Postdam, en 1934. Su madre había practicado la fotografía en su juventud y regaló una cámara a su hija, así como el equipo básico para montar un cuarto oscuro. Así fue como la joven Hilla decidió dedicarse a la fotografía.
De 1951 a 1953 fue aprendiz en el estudio de Walter Eichgrün en Postdam. Este fotógrafo tenía una reputación de excelente, con un fuerte sentido para la perspectiva, la luz y la composición.
“Su especialidad eran fotografías de objetos arquitectónicos.”
Hilla se dedicó, desde el punto de vista de la fotografía comercial, a los temas de industria y maquinaria. “Cuando finalmente vio la Cuenca del Ruhr y empezó a trabajar en una agencia de publicidad de Düsseldorf, se sintió atraída por esos gigantescos complejos industriales, sin saber muy bien por qué.”
En 1959, Bernd y Hilla colaboraron por primera vez en un proyecto fotográfico que consistía en documentar la desaparecida arquitectura industrial. En 1963 tuvo lugar su primera exposición conjunta, en la Galería Ruth Nohl (Siegen), dos años después de que se hubieran unido en matrimonio (en 1961).
EL PAISAJE INDUSTRIAL DE BERND Y HILLA BECHER
A los dos jóvenes fotógrafos les interesaban las “Instalaciones industriales cerradas y amenazadas de demolición.”
Ambos se encontraban encantados por las formas tan similares con las que se construían las estructuras fabriles: “…les intrigaba el hecho de que muchos de esos edificios fuesen construidos con gran atención hacia el diseño.”
La pareja comenzó a documentar fotográficamente estas estructuras en peligro de extinción y convertirlas en “documentos nada románticos de estructuras históricas.”
Se convirtieron entonces en lo que Alley Ronald califica de “arqueólogos industriales.” Los propios Becher vieron estas estructuras como auténticas esculturas que calificaron de “obras sin autor.”
En 1969 la pareja declaró:
“No pretendemos convertir antiguas construcciones industriales en reliquias. Sin embargo, queremos producir una serie continua de sus diferentes formas aparentes.”
Estos fotógrafos empezaron esta documentación por Alemania pero poco a poco ampliaron su rango de acción hasta llegar a España, Francia, Inglaterra u Holanda. Llegaron hasta los Estados Unidos y en la década de 1990 a regiones de Europa Oriental.
Su trabajo mostraba la fascinación de ambos por la similitud con la que habían sido creados ciertos edificios. Las fotografías fueron realizadas desde diferentes puntos de vista con una cámara de gran formato, pero siempre en un plano perpendicular al objeto que retrataban.
Las imágenes de los edificios con idéntica función fueron mostradas juntas invitando al público a comparar las formas y diseños. Estos edificios eran principalmente depósitos de agua, torres de refrigeración, gasómetros, castilletes de extracción, plantas de tratamiento, graveras, caleras, silos de cereal y/o de carbón, altos hornos, graneros, naves industriales y un número menor de planos detalle.
LA TÉCNICA
Los Becher fotografiaron estas series de edificios industriales siguiendo unas pautas muy definidas:
Todo su trabajo es en blanco y negro. Ellos mismos contaban que en el momento en el que aparecieron las primeras películas en color hicieron algunas pruebas sin convencerles lo más mínimo: “al fotografiar en color se extrae un tono que realmente no existe. El carácter escultural se presenta mejor con la utilización del blanco y negro”.
Para tomar sus imágenes solían situar una cámara en un punto elevado y contando con una luz difusa para no crear sombras, aprovechando para esto los días nublados.
Dejaban abierto el objetivo durante un largo tiempo de exposición, evitando de esa forma la aparición de la figura humana.
Su rigor llegaba a ser tan obsesivo que le transfería a sus escenas un carácter científico. Esto último es lo que creó cierta polémica sobre su rígida estética, que en principio solo fue valorada por ingenieros y arquitectos.
Es justamente este rigor, el que, cuando visto no de manera aislada, sino una imagen detrás de otra, le confiere su verdadero valor, consiguiendo obtener una abstracción realmente novedosa para la fotografía contemporánea.
Cámara, planos ángulos, visión de cámara
En términos de equipo, lo primero que importa de los Becher es que utilizaron una cámara de cajón de gran formato con negativos de 8×10”.
Esto ofrece un conjunto de cualidades -y por supuesto de restricciones- que brindan a la fotografía de los Becher una impronta formal peculiar.
Este formato no acepta la improvisación; implica necesariamente el uso de trípode, tela oscura para poder enfocar adecuadamente y prolongados tiempos de exposición. Tampoco se trata de una instantánea. Además tal “monstruo” implica contar con el permiso correspondiente para fotografiar con tan ostentoso aparato.
Todo lo anterior requiere un dominio técnico del medio, que a cambio, ofrece fotografías de absoluta precisión; el negativo grande premia todos los esfuerzos del fotógrafo.
Cámara frontal, aproximación directa
Intencionalmente, los Becher eligieron hacer un encuadre capturando al sujeto de frente evitando “los ángulos de visión «interesantes»”
Esta elección, aunque pareciera una obviedad, es de gran impacto porque “La rigurosa frontalidad de cada imagen les proporciona la simpleza de los diagramas, mientras que la densidad en detalles ofrece una riqueza enciclopédica.”
En 1989 Bernd & Hilla explicaron: “No queremos modificar nada en los objetos que fotografiamos, un principio que seguimos aplicando en la actualidad. Sólo nos hemos permitido y nos seguimos permitiendo un truco que consiste en aislar los distintos objetos, es decir, situarlos por separado en el centro de la imagen, cosa que no se corresponde con la realidad, y a que dichos objetos suelen encontrarse en medio del caos, o de selvas arquitectónicos. Sin embargo, es necesario recurrir a ese truco para ver abarcar esos objetos en su totalidad y conjunto.”
Por otra parte todos los edificios, estructuras, construcciones y máquinas están centrados en el encuadre: Siempre tomados desde un ángulo específico que se repite en cada toma. El sujeto “ahoga” ligeramente la composición dejando poco “aire” alrededor. Esto puede generar en ciertos observadores una sensación de claustrofobia pero también tiene como función descontextualizar la construcción fotografiada.
El edificio queda suspendido en el tiempo y en el espacio: no se sabe si es de la década de 1960, 1970 o 1980 ni si es Francia, España o Estados Unidos.
LO PERSONAL Y LO LABORAL
Hill y Bernd se convierten en “los Becher” el 14 de marzo de 1961. Durante casi 50 años de matrimonio la pareja tuvo una relación simbiótica: “No hay división de trabajos del tipo de que uno siempre se ocupe de un aspecto o de una fase determinados del trabajo. Los dos hacemos de todo, a veces lo hace el uno, a veces el otro. Por lo tanto, no tiene importancia quién haya apretado el disparador para una toma determinada. Muchas veces, incluso, se nos olvida ese detalles hasta que las películas están reveladas y nosotros analizamos los contactos.”
ANTECEDENTES FOTOGRÁFICOS
El trabajo de los Becher no cuenta con una influencia directa, es decir, no hay ningún antecedente específico de lo que hicieron. Sin embargo de modo secundario se dan confluencias tanto históricas como estilísticas y aún específicamente autorales con otros artistas.
Vale la pena recordar que la fotografía de las entreguerras en Alemania se encontraba inserta en las experimentaciones estéticas de la Bauhaus con profesores como László Moholy-Nagy pero sobre todo con la llamada Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) que “surgió como una promesa de modernidad y progreso que se rompió con el estallido de la II Guerra Mundial. La obra de los Becher surgió en una época desprovista de utopía.”
No es de extrañar que las fotografías de los Becher encontraron espacio, al menos inicialmente, en periódicos de empresa o revistas técnicas y de arquitectura. Sin embargo la obra de esta pareja se incrusta en el mundo del arte gracias a la Exposición de Munich en 1968 que también se extendió hacia instituciones como el Stedelijk Van Abbemuseum de Eindhoven y el Städtische Museum Abteibert de Mönchengladbach.
Comienza entonces para los Becher, como cita Armin Zweite, “…una creciente apreciación por parte del mundo del arte.”
La obra de los Becher comienza a invadir galerías, ganando paulatinamente una creciente apreciación en el ámbito estético. Esto no es de extrañar, pues las obras de los citados Burchfield, De Chirico, Hopper, Sheeler o incluso Georgia O’Keefe habían trasvasado los temas industriales de la fábrica al museo.
En términos de su inserción artística y éxito en el terreno estético el período fundamental para los Becher es entre 1967 y 1972 cuando confluyen con el Minimal Art y el Conceptual Art. «Mientras que el pop art integraba la iconografía banal de la sociedad de consumo en el arte, el arte minimalista se servía de materiales prefabricados industrialmente y trasladaba a la abstracción el principio de producción divisorio del trabajo en cadena.»
Para comprender hasta qué punto había una auténtica adopción de los temas industriales en el arte a finales de la década de 1960, habría que recordar que el propio Andy Warhol llamaba a su estudio «Factory».
El germen de este estilo se encontraba en el interés por la fotografía decimonónica de Hilla: “fotografiar cosas desde una perspectiva frontal crea la más fuerte presencia y puede eliminar las posibilidades de ser demasiado obvia y subjetiva.”
Muy pronto fueron “Desarrollando un concepto orgánico y abierto de serie que los Becher han seguido aplicando hasta la actualidad el mismo esquema reductor de sus primeras fotografías…”
LOS BECHER Y EL ARTE CONCEPTUAL
En la obra de este matrimonio hay un concepto claro, delimitado. Sin embargo “…los Becher observaron con cierto escepticismo que se les clasificara como representantes del Conceptual Art. …pero no podían negar la existencia de una serie de similitudes con las obras de los artistas de ese movimiento…”
Les ocurre lo que a Eugène Atget con su ánimo documental y meramente funcional ante la mirada de Berenice Abbott empeñada en encontrar arte en las tipologías del fotógrafo galo.
Del mismo modo, se ha visto en el trabajo de los Becher una clara liga con el arte conceptual: “Y en cierto sentido, esto es correcto: es el «concepto» el que impulsa su trabajo. El concepto de que hay familias de formas industriales, que la arquitectura utilitaria puede ser apreciada por su estética. Que estos edificios se pueden volver a enmarcar y re-presentar como esculturas. Sin embargo, la belleza que se muestra en estas estructuras es innegable, sobre todo si se agrupan para la comparación, en una retícula, que permiten afinar el ojo respecto de las sutiles diferencias entre cada estructura. Es un recordatorio de que todas estas formas surgieron de un diseño humano consciente (y creativo).”
Después de mucha resistencia por parte de la pareja, sus creaciones terminan identificándose como Arte Conceptual de manera definitiva a partir de su participación en la Documenta, exposición anual de arte contemporáneo realizada en Kassel desde 1955y que rivaliza con la Bienal de Viena.
En los últimos 25 años la impronta de los Becher, directa e indirecta, ha sido palpable en la fotografía contemporánea. Junto con William Eggleston y Stephen Shore “…los Becher han sido fundamentales en la paráfrasis de la fotografía vernácula hacia una estrategia artística.”
El influyente grupo de fotógrafos de la llamada Escuela de Düsseldorf, con estrellas como Andreas Gursky, Thomas Ruff, Candida Höfer o Thomas Struth comparten un tronco común: los Becher.
Desde 1976 hasta 1996 Bernd fue profesor en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf. Recibieron numerosos premios, entre otros el León de Oro en la Bienal de Venecia de 1990, el Premio Erasmus en 2002, o el premio Hasselblad en el año 2004.
Ambos pertenecen al círculo de los grandes maestros que han influido de manera decisiva en las generaciones que les han sucedido. Son parte del exclusivo panteón en el que comparten honores con fotógrafos de la talla de Walker Evans, Henri Cartier-Bresson o Robert Frank.
Los Becher, además, son responsables directa e indirectamente, de la estética Deadpan (impasible), fundamental en la fotografía artística contemporánea.
ADIÓS, BERND Y HILLA
Bernd Becher falleció el 22 de junio de 2007 a consecuencia de una cirugía del corazón. Hilla siguió activa en solitario durante otros ocho años como una de las personalidades más notables en el mundo del arte contemporáneo hasta que falleció en Düsselforf el 10 de octubre de 2015.
Con la muerte de la pareja se ha cerrado todo un capítulo en la historia de la fotografía. En sus últimos días Bernd solía decirle a su esposa: «No hemos terminado nuestra obra.» Y entonces comenzaban a discutir porque Hilla le respondía «No podemos terminar nuestro trabajo porque es infinito.»
De manera similar a lo que ocurría con Walker Evans “…los Becher nos invitan a repensar la belleza de la fotografía, que emana de la propia realidad, como una belleza diferenciada y distinta de la realidad misma.”
En 2004, cuando la pareja ganó el prestigiado galardón Hasselblad, en la ceremonia de premiación se dijo que “Bernd y Hilla Becher se encuentran entre los artistas más influyentes de nuestro tiempo. Por más de cuatro décadas han registrado la herencia de un pasado industrial. Su fotografía sistemática de arquitectura funcionalista, organizada frecuentemente en retículas, les ha procurado un reconocimiento como artistas conceptuales. Como fundadores de lo que se ha dado en conocer como la «Escuela Becher» han influido generaciones [enteras] de fotógrafos y artistas.”
Fuente: https://oscarenfotos.com/2013/09/29/el-paisaje-industrial-de-bernd-y-hilla-becher/