“Vista desde la ventana en Le Gras” Nicéphore Niépce, 1826-27

Fotografías icónicas de la Historia

Nicéphore Niépce

El 15 de noviembre es el día mundial de la química, y queremos aprovechar la ocasión para hablar de los inicios de la fotografía, y en concreto de la que es considerada por algunos como la primera imagen estable de la historia.

En su dimensión puramente técnica, la fotografía es el fruto de un largo proceso que se había iniciado en el siglo XVIII con las investigaciones sobre la sensibilidad a la luz de las sales de plata (nitrato de plata o cloruro de plata) de los alemanes Schultze y Scheele, del genovés Jean Senebier o del inglés William Lewis.

Siguiendo la estela de este último, Thomas Wedgwood, logra obtener a comienzos del siglo XIX, impresiones de objetos y de plantas colocados sobre una hoja de papel sensibilizada, aunque sin fijarlas de forma duradera.

Estos experimentos gozaron de una amplia difusión en los círculos científicos europeos, de modo que, mucho antes de 1839, ya se conocían las reglas elementales de la formación de la imagen fotográfica.

El “problema” no era la obtención de la imagen sino la fijación de la misma.

La resolución del problema de la fijación de las imágenes se debe a Nicéphore Niépce, a mediados de la década de 1820. Niépce inició sus investigaciones en este campo de forma tardía en 1816 a los 51 años. Después de haber intentado brevemente obtener simples impresiones en negativo de objetos colocados sobre una hoja de papel sensibilizada, se lanza a la obtención de imágenes con ayuda de una cámara oscura.

Sus investigaciones son lentas y delicadas, con periodos de estancamiento, de retrocesos y de avances repentinos.

Tras haber ensayado diversas sustancias sensibles a la luz, Niépce opta a principios de la década de 1820 por el asfalto o betún de Judea, liquido viscoso formado por polvo de carbon disuelto en aceite esencial de lavanda, que otorga un barniz brillante y uniforme.

Hacia 1824, obtiene sus primeras imágenes sobre metal y piedra, luego de un tiempo de exposición de muchas horas, desde la ventana de su casa de Gras. A este procedimiento lo bautizó como “heliografía”, “escritura de sol”.

Es en estas fechas cuando llega a los oídos de Daguerre las investigaciones de Niépce, similares a sus propias preocupaciones. Sueña desde hace varios años con poder fijar las imágenes obtenidas con la cámara oscura que utiliza durante la elaboración de sus dioramas.

En 1827 establecieron un contrato de colaboración. A partir de ese momento, los dos aficionados sumaron sus conocimientos y decidieron optar por el uso de una placa de cobre para reducir el tiempo de exposición. 

Nicéphore Niépce

Contrato de acuerdo entre Nicéphore Niépce y Louis Daguerre, diciembre de 1827 © The Patrick Montgomery Collection

La investigación colaborativa continuó hasta 1833, año en que murió Joseph Nicéphore Niépce. En ese momento, la cámara primitiva que llevaban años preparando ya estaba muy desarrollada. Daguerre continuó adelante con el proyecto, realizando en él algunas mejoras, y, cuando lo consideró terminado, en 1837, le puso su nombre al aparato: el daguerrotipo.

Este es el primer procedimiento que comprende una etapa de revelado: Una placa de plata recubierta de una fina capa de ioduro de plata era expuesta en la cámara oscura y luego sometida a la acción de vapores de mercurio que provocaban la aparición de la imagen latente invisible, formada en el curso de la exposición a la luz.

Este revelado consistía en una gran amplificación del efecto de la luz, con lo cual el tiempo de exposición no pasaba de los 30 minutos. El fijado era obtenido por inmersión en agua, saturada de sales marinas.

Nicéphore Niépce

Isidore Niépce (hijo de Nicéphore) y Daguerre, tras la muerte de Nicéphore

1839 ¿El año cero de la fotografía?

El 17 de enero de 1839, durante una sesión de la Academia de Ciencias de París, el astrónomo y físico Louis-François Arago, gran figura de la ciencia francesa de la época y diputado republicano, presentó un nuevo procedimiento que permitía reproducir de forma mecánica, sin intervención manual, las imágenes que se forman en la cámara oscura, una maquina de dibujar utilizada desde el siglo XVI por los artistas.

Según Arago, estas imágenes a pesar de su ausencia de color, se distinguen por ser de una prodigiosa agudeza de detalles, cosa que ningún dibujante sabría igualar.

Este invento tuvo un efecto de sorpresa real enorme. 

El secreto de la fotografía había estado guardado durante años, aunque ya en 1935 se había mencionado en la prensa parisina, pero después de varios años un rumor referente al invento circuló entre los círculos artísticos y científicos de la capital.

Pero solo unos pocos allegados de Daguerre y determinados miembros de la Academia de las Ciencias habían tenido el privilegio de ver las imágenes. 

La prensa se hizo eco rápidamente de la noticia, además su inventor, no era ajeno al gran público ya que era director del diorama desde hacía más de 15 años. Daguerre era un hombre de imágenes y un hombre público.

Pero Daguerre no fue el primero en soñar con este procedimiento que permitía reproducir la realidad. Antes que él, muchos otros lo intentaron sin éxito.

Los considerables avances realizados en el siglo precedente en los campos de la química, de la física y de la óptica, permitieron por fin que el sueño se convirtiera en realidad en la primera mitad del siglo XIX.

Daguerre se centra en la precisión de la imagen, en lugar de en su multiplicidad.

En 1837, su procedimiento está a punto: consiste en una placa de cobre recubierta de plata sensibilizada con vapores de yodo y expuesta en la cámara oscura, y a continuación, revelada con vapores de mercurio, lo que proporciona una imagen de gran agudeza en los detalles.

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